
Los adolescentes perdidos en un consumismo salvaje, violento, desestructurador de la persona humana, existen. Los encerraron ocho horas al día. Los mantuvieron sentados frente a los deberes o tragando mierda televisiva. Dejaron a sus familias sin tiempo que dedicarles. Crearon ciudades donde no se puede vivir, ni jugar 😞😞, ni respirar. Les propusieron como modelos una pandilla de ignorantes, zafios y chulos. Les enseñaron desde bebés a ignorar sus emociones de ternura o necesidad de cuidados. Los medicaron o castigaron para calmarlos y que pudieran adaptarse a la vida que se les ofrece. Y ahora, en la adolescencia, se asombran de su consumo de alcohol, drogas, porno y juego.
Quizá es la presencia, la escucha, el acompañamiento, la atención, la libertad responsable, el juego verdadero y libre, los abrazos, la piel de sus madres, la delicadeza en el trato, lo que les faltó y se perdieron.
La responsabilidad es de los adultos que los guiaron y los abandonaron a ser educados por una sociedad sin valores ni empatía y ahora recogemos lo que sembramos.
Actúa para evitarlo, desde que son pequeños, es cuando se prepara todo y les podemos dar herramientas para vivir con ética y con libertad.
Mireia Long